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Capítulo 6: Poniendo a las masas a trabajar

Mathew Ingram es un premiado periodista y consultor de medios que lleva dos décadas escribiendo sobre negocios, tecnología y nuevos medios, así como asesorando a compañías en su estrategia de medios sociales. Actualmente es redactor senior de la red de blogs basada en San Francisco GigaOM, donde escribe sobre evolución de los medios y cultura web. Antes de eso, se convirtió en el primer editor de comunidades digitales conocido -especializándose en el desarrollo y estrategia de medios sociales- en el Globe and Mail, donde diseñó el acercamiento del periódico a los comentarios digitales, fue pionero en el impulso de la página de Facebook del periódico y acompañó a docenas de redactores y editores en su inmersión en Twitter. Tuitea como @mathewi.

Realmente la idea de verificar de manera colaborativa noticias y emergencias no es tan nueva: la multitud, en general, siempre ha constituido una parte crucial en el proceso de conformación y comprensión de las noticias. Lo que ocurre ahora es que tecnologías sociales como Twitter, Facebook, YouTube y otras nos permiten emprender esta especie de procedimiento donde las decisiones se toman de modo compartido a una escala mayor, más amplia, y nos permiten también hacerlo más rápido. Eso no significa que no haya lagunas en este funcionamiento, porque las hay, pero en conjunto estamos probablemente en mejores circunstancias de lo que estábamos antes.

Piensa tan solo en cómo se conformaban los hechos y las noticias en un pasado no tan lejano: cuando estallaba una guerra, golpeaba un huracán o explotaba una bomba en alguna parte, solía haber pocos periodistas alrededor, a menos que coincidiese que estuvieran allí por algún motivo. Las fuentes sobre el terreno transmitían la información a una publicación y luego empezaba el meticuloso proceso de verificación de esos eventos, basado en entrevistas con testigos, llamadas de teléfono, etcétera.

Ahora puede muy bien ser que encontremos esas noticias -especialmente si son sucesos repentinos e impredecibles como terremotos o tiroteos masivos- en Twitter, al cabo de pocos minutos o incluso segundos de producirse. Y en lugar de sólo una o dos observaciones de viandantes y testigos obtendremos cientos o miles de ellas. Algunas pueden ser erróneas, como ocurrió en los atentados de Boston y en situaciones similares de emergencia, pero en general podemos hacernos gradualmente con una fotografía fiable de qué ocurrió y cómo -y sucede más rápido que nunca-.

Aquí se repasan algunos de los mejores ejemplos en la práctica emergente de verificación colaborativa, tal y como la ejercen periodistas innovadores como Andy Carvin, anterior responsable senior de Estrategia Social en la radio NPR, y otros.

Identificar, verificar y conectar con las fuentes

La mayoría de las veces, el punto de partida es identificar fuentes fiables y después curar (seleccionar), agregar y verificar la información que procede de ellas. Durante la Primavera Árabe Andy Carvin, de NPR, configuró lo que ha llamado una "redacción Twitter" de fuentes en Oriente Próximo empezando por gente que conocía personalmente y empleándolas como medio para descubrir otras fuentes.

“Lo que me parece de verdad importante es prestar atención a la gente a la que se dirigen estas personas en Twitter, y ocasionalmente en Facebook", explicaba Carvin a Craig Silverman en una entrevista realizada en 2011. "Tanto en el caso de Túnez como en el de Egipto yo ya contaba en cada país con cerca de media docena de fuentes a las que conocía de antemano".

Carvin también pidió a personas que conocía que recomendaran o verificaran nuevas fuentes que iba encontrando al buscar o al seguir etiquetas específicas en Twitter. Con el tiempo, generó listas de cientos de fuentes valiosas.

A su vez, esas listas se convirtieron en el motor que permitió a Carvin tuitear eficazmente y en vivo todo un conjunto de guerras -recibiendo información, republicándola, pidiendo ayuda a sus seguidores y fuentes para verificarla, y luego tuiteando el resultado-. En muchos casos fue un proceso caótico, pero de resultado exitoso.

Para gestionar esos muchos contactos, creó listas de Twitter organizándolas como grupos lógicos basados en temas o en la ubicación geográfica. Hoy, este tipo de funcionamiento se podría complementar con listas de interés en Facebook, círculos de Google Plus y otros recursos, así como suscribiéndose a cuentas de YouTube y creando listas de reproducción, entre otras opciones.

Carvin también dio otro paso crítico que fue ponerse en contacto con muchas de sus fuentes directamente o encontrarse con ellas en persona para desarrollar una relación personal. Mucha gente sólo veía lo que hacía en su cuenta de Twitter, pero también pasaba un montón de tiempo comunicándose con gente vía Skype, correo electrónico y otros medios para confirmar sus identidades.

Como se ha detallado en capítulos anteriores, estos tipos de fuentes y la información que facilitan deben ser verificadas. Tras emplear la búsqueda avanzada de Twitter, la búsqueda de YouTube y otros medios para encontrar gente y organizaciones sobre el terreno o con acceso a información relevante, es necesario trabajar para contactarlas y verificar de dónde procede su información.

Cuanto más interacciones con tus fuentes y aprendas sobre ellas, más conocerás sus fortalezas, debilidades, sesgos y otros factores que deben ser sopesados al considerar la información que comparten. A medida que crezca tu lista de fuentes, también puedes empezar a ver patrones en lo que ven y comparten y reportan, y todo ello proporciona la materia prima necesaria para triangular y determinar exactamente que está y qué no está ocurriendo.

“Algunos de estos individuos trabajan activamente para derrocar a sus regímenes locales", decía Carvin sobre las fuentes con las que conectó durante la Primavera Árabe 1. “Simplemente debo ser consciente de ello todo el rato. Quizá la clave es transparencia, de modo que una persona concreta pueda estar dándome buena información pero yo nunca olvide que forma parte de la oposición".

Creando lazos con las fuentes

En un determinado momento durante los episodios de violencia que surgieron en Libia en 2011, alguien contactó con Carvin vía Twitter y le pidió -a él y por extensión a su redacción Twitter- ayuda para verificar si se estaban utilizando armas israelíes en ese país. El periodista detalló cómo se desarrolló todo en un Storify2:

A partir de aquella pista, Carvin comprometió a sus seguidores en la causa pidiéndoles que confirmaran si el mortero en cuestión era israelí. Ellos proporcionaron una mezcla de pistas y puntos de vista útiles por un lado y callejones sin salida por otro. Al final recibió información específica que ayudó a responder a la pregunta:

Resultó que el arma no era israelí, procedía de India. Y no era ni siquiera un mortero. Carvin explicó que una de las cosas por las que supo que se acercaba a la información correcta fue que lo oyó de numerosas fuentes que no estaban conectadas las unas con las otras.

“En el caso de las llamadas armas israelíes, tenía a un montón de personas que básicamente me daban la misma información cuando en realidad no se conocían, así que reflejé parte de ella en mi Storify", afirmó.

Es importante recordar que algo que ayudó a Andy Carvin a hacer lo que hizo fue su forma de contactar con otros para obtener ayuda: de un modo muy humano y accesible. También trató a los que se aproximaban a él como colegas, más que solo como fuentes a las que podía dar órdenes para lograr sus objetivos. Los periodistas y quienes simplemente emiten órdenes obtienen muy poca respuesta, pero tratar a las personas como a seres humanos es lo que consigue la gran diferencia.

El reportero de guerra C. J. Chivers recurrió a un acercamiento similar al de Carvin para verificar qué bombas se habían empleado en varios conflictos, y afirma3 que el proceso permite llegar a la verdad mucho más rápido de lo que hubiera sido posible en el pasado.

Sea cual sea la información, es probable que haya personas conocidas en tu círculo social (o en su red más amplia de contactos) que conozcan la verdad sobre ese incidente o suceso. Sólo tienes que encontrarlas.

Decía Chivers: "La verificación en este caso fue posible con ayuda de los recursos habituales para la cobertura de guerra sobre el terreno: inclinación a trabajar en el lugar de los hechos, una cámara digital, una conexión vía satélite a Internet, un ordenador portátil, una cuenta de correo electrónico y un conjunto de fuentes con conocimiento especializado. Pero se produjo un giro que lleva a reflexionar sobre nuevas formas de investigar las guerras en tiempo real: utilizar herramientas propias de medios sociales para generar breves multitudes de expertos en torno a un medio social".

Chivers también ha recalcado los logros de un "periodista ciudadano" 4 británico llamado Brown Moses. Es un bloguero cuyo nombre real es Eliot Higgins y que ha desarrollado una gran experiencia en armas químicas a base de observar y verificar miles de vídeos de YouTube relativos al conflicto en Siria.

Higgins no tenía formación ni en periodismo ni en equipamiento militar pero se ha convertido en un enlace clave en la cadena de verificación, hasta el punto de que periodistas profesionales como Chivers e incluso agencias de ayuda humanitaria han terminado confiando en él. Fuentes nuevas, críticas, como Moses, pueden emerger en ciertas situaciones, ya sea porque han trabajado sobre un tema durante mucho tiempo o porque están en el lugar correcto (o equivocado) en el momento oportuno.

Información colaborativa responsable

Algo que toda persona que intenta obtener información durante una crisis tiene que recordar, sea periodista o no, es que al emplear redes sociales como Twitter, Facebook o Google Plus también se está convirtiendo en fuente de información para otros. Eso significa que cualquier información no confirmada que se publica mientras se lleva a cabo el trabajo de verificación podría contribuir a la confusión en torno a la noticia.

Ten eso en mente mientras tuiteas o publicas detalles y buscas corroboración. El mejor acercamiento es ser lo más abierto posible acerca de lo que está ocurriendo, recordando repetidamente a tus seguidores o contactos que estás buscando ayuda y no sólo haciendo circular información no confirmada.

Para evitar confusiones, sé tan claro como te sea posible acerca de lo que sabes y lo que no, así como acerca de las partes concretas de la información para las que necesitas ayuda en el proceso de confirmación. En el caso de detalles sensibles o potencialmente conflictivos, es mejor tratar de confirmarlos por métodos no digitales antes de llevarlos a los medios sociales y a métodos en línea. Puedes ser cuidadoso y etiquetar la información como "no confirmada" o como rumor, pero estas etiquetas a menudo llegan a desaparecer una vez que el contenido se difunde. Todos somos responsables de tener en cuenta esa realidad y de no añadir confusión o desinformación en una situación de crisis.

El poder de la multitud

Los algoritmos y las búsquedas automatizadas pueden generar gran cantidad de contenido cuando se trata de noticias de última hora, como se detalla en el próximo capítulo. Pero puede decirse que sólo los seres humanos son capaces de filtrar y dar sentido a todo ese contenido de modo eficiente en tiempo real. Como demuestran los ejemplos de Andy Carvin y Brown Moses, la mejor herramienta para lograrlo es, de lejos, una red de fuentes de confianza centradas ya sea en un tema específico, ya sea en una ubicación física concreta: una red a la que puedes recurrir como a tu propia redacción colaborativa.

Lograr este tipo de relación con las fuentes no es algo que se pueda dejar a la ligera. No es sólo una herramienta o un proceso que te permite hacer tu trabajo o completar una tarea más rápido y más eficientemente: es un esfuerzo colaborativo, y deberías estar preparado para dar tanto como recibes.



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